viernes, 11 de mayo de 2012

EL HOMBRE QUE PUDO ACABAR CON PEÑA NIETO





Foto: CuartoscuroDicen por ahí que los hubiera no existen, pero cómo nos encanta el juego de las hipótesis imposibles, de los planteamientos inalcanzables que martirizan a unos y alivian a otros. Con un panorama complicado para la izquierda en esta elección presidencial, no son pocos los que se preguntan, ¿y si hubiera sido Marcelo Ebrard, en lugar de Andrés Manuel López Obrador el candidato elegido? Por supuesto que la combinación de variables tiene mucha importancia, pero existe una que será un lastre en la memoria histórica si es que los resultados finales no cambian con respecto a las mediciones actuales.El jefe de gobierno del DF está en la última recta de su gestión y lo hace con un capital politico que ya quisieran muchos para una campaña. La prueba está en que el aspirante a relevarlo en su cargo, Miguel Ángel Mancera, mantiene una gigantesca brecha frente a sus competidoras, como resultado del impulso que le dio su antiguo jefe. Sumado a eso, Ebrard es bien visto por una generación que no tiene confianza en un partido tricolor que por muy nuevo que se presente huele a prácticas añejas. Todo lo contrario, busca el tan mentado cambio verdadero que tampoco ve reflejado en un AMLO que basa su discurso en situaciones entendidas y sentidas por un electorado que quizás no llegue a ser decisivo.

Es ahí cuando surge la lamentación. Si el carisma, pragmatismo y trabajo probado se hubieran mezclado con la experiencia y popularidad de López Obrador, la historia que estaríamos contando podría ser otra. Ebrard dio una muestra de civilidad al aceptar un resultado adverso en la contienda interna de las izquierdas, basado en una consulta que por obvias razones no podía ganar si su único competidor llevaba 11 años de proselitismo continuo. Eso lo posicionó como una persona razonable y conciliadora que sabe cuándo es su momento y cuánto y hasta dónde debe esperar. 

No  podía hacer nada más. La decisión coyuntural debió venir de AMLO y ser él quien diera una muestra de extraordinaria madurez, de autoanalizarse y saber cuál era la mejor opción. Si como asegura hasta el cansancio, lo que importa es un proyecto de nación, no tenía que ser necesariamente él quien lo encabezara, pero si quien lo respaldara.

Una campaña con Marcelo Ebrard a la cabeza y un López Obrador detrás de él, poniendo a su disposición toda su maquinaria compuesta por simpatizantes leales a toda costa se antojaba imparable.

Mejor aún, juntos podrían haber sido capaces de enfrentar a un Peña Nieto atractivo para las masas y que hoy todo mundo busca cómo bajar a nivel del suelo. Tenían todo lo necesario, incluso, hasta una esposa como Rosalinda Bueso que podría haber sido un contrapeso perfecto ante el arma letal que está resultando Angélica Rivera para efectos de impacto mediático.

Habrá qué ver si Ebrard puede mantener la buena racha y guardarla por unos largos seis años sin que se atrofie. Porque hoy, la historia real es que los hubiera no existen.



Conejito travieso electoral


Por supuesto que eso fue un complot, una treta, una argucia de lo más vil que merece el despido del organizador del debate presidencial. Esas cosas no pueden pasar, o de otra forma ¿dónde quedó la seriedad del asunto? Por supuesto que nos referimos a Julia Orayen y sus más de 15 minutos de fama tras su participación en el evento más aburrido del año. Eso es no tener ni una pizca de conciencia. Es decir, si ya había salido una vez, qué le costaba pasearse en cada intervención de los candidatos. ¿O dónde se ha visto que una presentadora de rounds salga sólo en el primer episodio? Aparece en los 12 reglamentarios con el fin de animar a la concurrencia. Había tantas formas de aprovechar a esa edecán y la desperdician en unos miserables 15 segundos. Bien pudo sostenerle las cartulinas a Peña Nieto, que gracias a sus brazos largos se salían de cuadro y jamás vimos lo que quería evidenciar. O mejor aún, ir directamente con AMLO y voltearle la foto que sacó al revés, colocándola junto al escote del delito para que a nadie se nos olvidará que justo ahí se encontraba 'El innombrable'. Todo era cuestión de tener un sentido común que en el IFE nadie quiso mostrar.


Foto: El Universal
Es la hora de ‘blofear’

¿Y no le pierdes? Eso debieron haberle dicho a AMLO cuando se jugó el todo por el todo en esta campaña y arrojó su maxima apuesta a la mesa de póquer electoral. Al retar a Peña Nieto y decirle que renunciaba a sus aspiraciones de comprobarse que durante su gestión en el DF gastó mil 800 millones en publicidad pero que si no se retirara él, fue como poner en prenda su Tsuru frente a una de las Hummer de la maestra Elba Esther. No cabe duda que si de colmillo se trata, López Obrador lo afila en el suelo, pero ahora sí se extralimitó. Para ‘blofear’ debes hacer creer a los demás que tus cartas traen una mano ganadora, imbatible, aunque no lo sea así. Pero hoy en día esa estrategia no funciona, menos cuando todos sabemos que no trae una flor imperial. Y así como van las cosas y después de verlo en el debate tomar a Santa Anna como referencia, menos creíble es que traiga un as bajo la manga. 


Foto: Cuartoscuro
La ley de Murphy es azul, azul, azul

Cuando todo sale mal y se cree que nada puede ser peor, suele suceder lo atroz. Así es como vive día a día Josefina Vázquez Mota, que lo único que le falta es que compre un circo y le crezcan los enanos. Porque ella podrá decir que nunca se ha robado un peso, pero nunca falta un hermano incómodo que lo heche todo a perder. Así es, lo único que no tenía (público) era un familiar que le ensuciara su zigzagueante campaña y de pronto apareció una hermana que cobró en la PGR pero no trabajó. Es decir, una empleada de tan altos aires que se volvió 'aviadora'. Por eso ya cambió la estrategia y ahora ya no pelea el primero ni el segundo lugar en las campañas, sino ¡el cuarto!. Así como lo oyen, ahora arremetió contra Gabriel Quadri, el candidato de Nueva Alianza que nadie pelaba y que por alguna extraña razón ahora le provocó ñáñaras. Ahora lo acusa de estar vinculado a Elba Esther Gordillo (muy original por cierto), como calculando que muy pronto lo que tendrá que tratar es no quedar en último lugar. Pero así como le resultan las cosas, puede que lo mejor sea no moverse, porque en una de esas, hasta Juanito la alcanza.
Foto: Cuartoscuro
Baño de ‘prole’ para la nena

Algún día tenía que pasar. Paulina, la hija adolescente de Enrique Peña Nieto y ‘tan querida’ por la comunidad tuitera de México se ha convertido a últimas fechas en la nueva mujer que acompaña al candidato, campechaneando y alternando con la ‘Gaviota’. Claro que eso debe ser un castigo por parte de su padre, que aún recuerda las gracias que la posicionaron como la 'reina de la prole resentida'. Y qué mejor escarmiento que llevarla a que se zambulla entre los mares de gente que tanto escozor le causan. Eso no habla bien del señor del copete lustroso, pues atenta contra una infante al someterla a dicha tortura. En una de esas lo acusan a Derechos Humanos o hasta a la Fepade, que quién sabe si sirva de algo pero al menos se utiliza para chistes. Esto sólo nos demuestra una sola cosa de Peña Nieto: que es de aquellos que quizás perdona, pero nunca olvida. Y en algún momento, incluso si es su hija, se la tienen que pagar.