jueves, 24 de mayo de 2012

MIRADA INTERIOR RUBÉN JARAMILLO Y EL “TIEMPO MEXICANO” DE HOY Por Isaías Alanis



“El asesinato, ordenado por el presidente Adolfo López Mateos, fue un acto de suprema crueldad; junto con él mataron a su esposa  Epifanía Zúñiga, “Pifa”, embarazada, y a sus hijos Enrique, Filemón  y Ricardo. Fueron secuestrados en su casa y ejecutados por Xochicalco.
Hoy Peña Nieto dice "inspirarse" en el mexiquense López Mateos, cuyo  gobierno priista, además, reprimió a los ferrocarrileros, maestros, normalistas,  telegrafistas, petroleros. En honor a Jaramillo… ¡Nunca más! Urge un cambio verdadero.
(La Jornada, El Correo Ilustrado, 24/mayo/2012).

En la entrega pasada, por falta de espacio sólo hice un esbozo sobre la masacre de Xochicalco, perpetrada por el capitán del Ejercito mexicano, José Martínez por órdenes superiores, léase presidenciales. Pese a que el entonces presidente Adolfo López Mateos había amnistiado al líder zapatista, evento de trascendencia que le valió la primera plana de los diarios de entonces. En esa placa memorable, se muestra a un presidente de traje oscuro, sonriente y a un franco Rubén Jaramillo, de suéter negro con su amplia sonrisa de campesino bueno. Ambos se dan el abrazo de la confianza. Pero no, ese abrazo mediático representó el apretón del diablo. Jaramillo y su familia perecerían en forma brutal. El escritor mexicano, recientemente fallecido, Carlos Fuentes, escribió una crónica despiadada sobre ese séxtuple magnicidio, en su libro, Tiempo mexicano.
Las minucias del cómo y el cuándo, todavía están vivas entre los campesinos, hombres y mujeres de Tlaquiltenango. Corridos y baladas, recuerdos y lágrimas se juntan en este caudal de sangre que enluto a una nación. De la institución que se supone debe guardar por la seguridad de los mexicanos, salió la orden que segó las vidas de mexicanos ejemplares. Raquel, la hija menor, se salvó porque segundos antes de que arribara la soldadesca a la casa del líder agrarista; soldado de Zapata, creador del PAOM e inspirador junto Lázaro Cárdenas de la Cooperativa del Ingenio Azucarero “Emiliano Zapata”, había salido a comprar galletas.
Tras un huelga en el Ingenio azucarero de Zacatepec, Morelos, en 1942, donde obreros y campesinos se unieron para pelear por sus derechos, Rubén Jaramillo fue perseguido por los temibles pistoleros del Gerente del Ingenio, iniciando así una lucha de resistencia campesina. Primera de los tres levantamientos acaudillados por Jaramillo, como prueba de la vigencia del zapatismo y una respuesta ante la palidez agrarista del régimen supuestamente emanado de la revolución.
En el famoso Plan de Cerro Prieto, a donde se escondió con un puñado  de seguidores. Ante la cerrazón del régimen, los campesinos se radicalizan. La represión también. De esas épocas es la historia negra del famoso gatillero Mario Olea, exterminador de campesinos opositores al llamado “régimen de la revolución”.
Este levantamiento dura hasta 1945, en que Manuel Ávila Camacho, protector del asesino del hermano de Rubén, Porfirio Jaramillo, líder campesino en el vecino estado de Puebla, que fue ultimado, descuartizado y tirado entre magueyales en el estado de Hidalgo; Rubén Jaramillo, obtiene una amnistía oficial.
Rubén, crea el Partido Agrario Obrero Morelense, (PAOM) que lo postula en 1946, como su candidato para la gubernatura de Morelos. El ideario de Jaramillo se centra en este periodo en las tesis cardenistas, logra reunir a cientos de miles, pero la represión corrupción y el fraude le cierra los caminos pacíficos y electorales.
En aquella extraña revuelta interna del partido oficial, encabezada por Miguel Enríquez Guzmán, opositor al candidato oficial, Adolfo Ruiz Cortines, Rubén aprovecha esta ruptura coyuntural y se lanza por segunda ocasión como candidato a gobernador por el PAOM, pero puede una vez más el fraude y la represión a este movimiento obrero-campesino.
Rubén Jaramillo se lanza otra vez a la clandestinidad, que duraría siete años. Redacta otra versión del Plan de Cerro Prieto, donde entre otras cosas, se señala, la traición de los gobiernos emanados de la revolución, específicamente el tricolor, y comienza una lucha con los de abajo, desde abajo, ardua, fatigosa y que tendría lamentables consecuencias para el líder obrero-agrarista. En un lapso de siete años, recorre el estado de Morelos, Guerrero, Puebla y Oaxaca, aleccionado a los campesinos que lo protegen.
Adolfo López Mateos, el maestro de EPN, en 1958, trama con sus allegados y negocia con el movimiento jaramillista y se le concede una segunda amnistía a Rubén. Jaramillo, aprovecha este retorno a la “normalidad  republicana” y al frente de siete mil campesinos, solicita al Departamento Agrario, los llanos de Michapa y El Guarín, en Tetecala, proyecto que planteaba fundar cooperativas agroindustriales. Una vez más, son reprimidos por el ejército. Y como en Atenco y otros casos, el gobierno insiste que los campesinos lo hagan por la vía legal, acción que realizan,  mientras el gobierno actúa desde la ilegalidad, y responde con la violencia de estado.
Cuatro años más tarde, el 23 de mayo de 1962, la guerra sucia que posteriormente se extrapoló a Guerrero, cobra seis víctimas en forma por demás extralegal y cruel, la mayoría de muertes, desapariciones fueron hechas por mandos castrenses en Guerrero.  
En el Tiempo mexicano de hoy y el agonizante periodo sangriento de Calderón, hay generales ligados al narcotráfico: “La Unidad Especializada de Investigación en Delitos contra la Salud (Ueidcs), de la (PGR), notificó este miércoles a un juzgado federal del segundo circuito que existe abierta una averiguación previa en contra de 34 "altos mandos de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena)", a los que se investiga en casos relacionados con la delincuencia organizada, (La Jornada/24/Mayo).La DEA devuelve favores, al PAN y andan a la caza electoral de Tomás Yarrington.
Y en este escenario corrosivo, EPN, demuestra su falta de conocimiento de la historia de México, al escoger a Adolfo López Mateos, como mentor espiritual; seguro por su proclividad por mujeres de la farándula. Que la profecía de Carlos Fuentes no se cumpla y tengamos por seis años a un presidente ágrafo.
Y que el legado de Rubén Jaramillo, un campesino y pastor metodista le abra los ojos a los electores, el próximo 1º de julio.